¿ De quién se protegen los cactus ?

Imaginad un instante que estáis caminando por una extensa sabana arbórea. De repente un gigantesco perezoso se alza ante vosotros, alcanzando sin demasiado esfuerzo las ramas superiores de una apetitosa acacia, cuyas hojas engulle con ganas. El animal, erguido sobre sus patas posteriores y apoyado sobre su cola mide unos 6 metros de altura y pesa unas 4 toneladas de peso. Pasado el susto, proseguís vuestro paseo y, al rato, sorprendéis a otro animal que al veros agita nerviosamente su cola, provista de unos amenazantes pinchos . Su cuerpo, rechoncho y cubierto por un duro y espezo caparazón en el que repliega sus miembros y su cabeza cuando se ve amenazado, es un auténtico tanque. Al verlo, uno no puede sino preguntarse de qué temible depredador se proteje tras esa armadura...



El megaterio y el gliptodonte son probabablemente los dos animales más conocidos de la fauna del Pleistoceno de Sudamérica. Pero tan solo son dos especies entre las muchas que poblaron ese continente hasta comienzos del Holoceno. O sea, hasta hace tan solo unos 8000 años atrás, cuando ya se habían desarrollado las primeras culturas neolíticas en Mesopotamia y en China. La lista de mamíferos desaparecidos alrededor de aquella fecha en ese continente es extensa y muchos atribuyeron esa extinción al cambio climático que tuvo lugar en ese momento, argumentando que habían desaparecido antes de la llegada del hombre. Sin embargo,  el descubrimiento en el Cono Sur de restos humanos datados de unos 12000 años pronto hizo sospechar que la desaparición pudo tener otra causa...

A pesar de que las evidencias que relacionan la actividad humana con la desaparción de esa fauna son escasas, no cabe duda que la convivencia durante al menos cuatro milenios de esa fauna con poblaciones de cazadores-recolectores debió tener un impacto sobre su demografía. Llama particularmente la atención un hecho que se reproduce exactamente igual en otras regiones del mundo en las que las megafaunas se vieron enfrentadas a la irrupción del hombre: desaparecieron prioritariamente las especies más grandes. El caso de Australia es particularmente llamativo, ya que en ese continente la desaparición de la megafauna no está relacionada con ningún cambio climático.

Los más escépticos obyectan que las poblaciones de cazadores-recolectores eran demasiado escasas para poder influir en las poblaciones de aquellos animales pero es olvidar dos elementos importantes:

1) Las especies de gran tamaño tienen una tasa de reposición muy baja, ligada al largo periodo de gestación que suelen presentar (el periodo de gestación del elefante es de 22 meses).

2) Estas especies coexisiteron durante mucho tiempo con el hombre siendo progresiva su desaparición. Si a eso añadimos los efectos del cambio climático, probablemente tengamos una explicación convincente para explicar esa desaparición. La transición del Pleistoceno al Holoceno no es el único cambio climático que sufrió esa región durante el Cuaternario pero ninguno de esos cambio llevó a la desaparición de la megafauna. Es pues más que probable que la predación ejercida por el hombre haya sido, de algún modo, el catalizador de esas extinciones.



El toxodonte, un notoungulado del tamaño de un hipopótamo, fue otra de las especies en desaparecer hace cerca de 8000 años.

¿ Y qué pintan los catus en esta historia ? Creo que tras evocar ese pasado no muy lejano en el que tantos herbívoros de insaciable apetito consumían la vegetación de esas regiones, queda particularmente claro porqué los catus (y otras plantas) desarrollaron un sistema de defensa particularmente disuasivo que hoy en día puede parecer difícil de entender en muchas regiones en las que tan solo sobrevivieron herbívoros de dimensiones mucho más reducidas. Por otra parte, uno se pregunta, viendo los frutos de algunos cactus y de otras muchas especies de plantas (como el aguacate, por ejemplo), qué animales los consumen y dispersan sus semillas. Echando la vista atrás, todo cobra mucho más sentido.

Está claro que los grandes herbívoros del Pleistoceno tuvieron un considerable impacto sobre el desarrollo de la vegetación del continente americano. Llama poderosamente la atención que en Sudamérica no exista una fauna de grandes herbívoros en las extensas praderas existentes, tal como es el caso en África, por ejemplo. Estos ecosistemas, de algún modo, se han quedado huérfanos y siendo endémicas muchas de las especies desaparecidas, cabe preguntarse - en caso de querer llevarse a cabo algún proyecto de rewilding - qué especies actuales podrían desempeñar en esos ecosistemas el papel que desempeñaron estos animales de tan reciente desaparición.




Imagen 1: Diario Clarín

2 comentarios

  1. He entendido lo de las grandes semillas, sin embargo, tras leer el articulo, que me ha parecido muy interesante, sigo sin saber porque tienen pinchos los cactus.
    Por lo que siempre nos han contado a sido una modificación de las hojas en estructuras más duras para evitar perder agua por traspiración y proteger así los tallos carnosos, que sin pinchos serían un preciado bocado.

    ResponderEliminar
  2. Efectivamente, esa suele ser la explicación que se da pero un hecho desconcertante nos obliga a ponerlo en entredicho: los cactus más primitivos, pertenecientes al género Pereskia, sí que tienen hojas normalmente desarrolladas pero también poseen espinas. La explicación de la transformación de las hojas en espinas por razones de ahorro no cuadra pues demasiado. Esos cactus se parecen, en eso, a los demás árboles de las sabanas, como las acacias, que poseen espinas disuasorias para protegerse de los herbívoros...

    ResponderEliminar